Entre las sábanas de tu vida al anochecer me arrullaste.
Fue la oscuridad más eterna y deliciosa con gotas de alegrías que del cielo caían. Me cautivas y me agarras
con tus ojos de dulce miel y tus labios de ternura que mis ojos gritaban por ser besados. Quizás no fue la noche más estrellada, mas a la luz de los tuyos, los míos danzaban, y se perdían, y se encontraban en ti.
Sonrisa azucarada de pliegues sabrosos; dichosa mi vista, que tiene el placer de probarte y de extraviarse en tu figura al amparo de las sábanas de tu vida.
Tus palabras agridulces me suenan por que tanto cuidado no es para mí mas, disfruto los roces furtivos
de manos prófugas y miradas cómplices en las calles de mi gran Santiago repletas de gente que cuando contigo estoy desaparecen. Parte de mi quiero que seas y decisiones apuradas no son las que deseas ni yo, y me es inevitable pensarte no fuera de mí, de aquí. A veces es complicado, ¿sabes? por que de una u otra nos podemos ir, formas que pensar no quiero por que de muchas más formas te deseo. Si algo aprendí casi bien
es que no tenemos más que momentos que disfrutaremos y apreciaremos que atesoraremos y viviremos.
Por que al final no somos más que recuerdos..
(Gracias a Tristan S. por prestarme algunas de sus palabras, que modifiqué para expresar mis confusos hilos mentales)
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