martes, 22 de junio de 2010



Después de un rato, las miradas iban y venían. Hace tiempo no se encontraban, pero la risa abundaba en su boca, los sentimientos de ella no habían cambiado pero al parecer en el corazón de la otra no quedaban más que cenizas. La melodía de aquella música la envolvía y la sensación estremecía cada una de sus fibras.
Se acerco y con la misma mirada de siempre le preguntó: ¿Me concedes esta pieza?
Y ella sin negarle, la tomo de la mano.. y juntas comenzaron a envolverse en aquel vaivén, las manos de ella sobre su cintura, su mirada penetrante, su boca acercándose cada vez más al cuello de ella, su olor, su exquisito y puto olor pensaba.
Los tragos aumentaban cada vez más, las pulsiones corporales entre ellas cada vez se agitaban más. Eran ellas.. Las de siempre, las amantes, las cómplices.
Acercándose al oído de ella, le susurro.. quiero tenerte esta noche y envolverme en tus brazos, y ella respondió: quiero lo mismo.. ¿Qué hacemos? Mi casa esta lejos, la tuya también. Y en menos de un segundo pensó (me parece que conozco un lugar cerca por aquí).
Tomando su mano, salieron de aquel bar..en su mente ambas sabían en que terminaría aquella noche. Y sin duda alguna, ninguna dio pies atrás.
Eran ellas, tan hermosas como siempre, eran sus cuerpos, sus deseos, sus sueños, sus temores, sus fantasías.
Rápidamente le arranco la ropa, le beso el cuello, y con brutalidad la arrojo en aquella cama donde ambas cumplirían su deseo. Los roces iban y veían, sus gemidos teñidos de deseos, el sudor. En un estado tan sublime ella disfrutada de los besos que recorrían su cuerpo, los dedos de ella se enterraban en aquella espalda, y en sus uñas quedaba residuo de piel de su cómplice perfecta, los gemidos cada vez más se hacían fuertes, recorría cada rincón que en tiempos había abandonado.
(Pensaba..): Que dulce es la sensación, era una locura de esos momentos excitantes, eran mis piernas entre lazadas con su cuerpo, eran sus movimientos con los míos casi perfectamente, eran mis manos rasguñando su espalda, eran sus labios recorriendo cada parte de mi, eran sus manos tan suaves como siempre o quizás más.
Después de tanto placer, de tanto sudor en aquella habitación la abrazó y le susurro al oído con vos delicada (más amor del que tengo yo aquí para ti no hallarás), mientras su cómplice mirándola fijamente a los ojos le respondió: (más tarde será como si nada hubiese pasado, no puedo ofrecerte nada de mí.. menos una vida entera de amor y de equilibrio emocional)
Poniéndose su ropa rápidamente la miro y contesto (fue un gusto destrozarme de nuevo contigo el corazón).

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