martes, 3 de mayo de 2011
Y me desnudo dejando al aire todo cuanto podría al menos atacar un centimetro de la piel petrificada.
No sé cuanto tiempo faltará para dejar los congojos de un lejano lado y dar un paso al lado, al frente, atrás y afuera, ahí donde el Sol pega en los pómulos ensombrecidos, la brisa angustiada por llevar consigo partículas envenenadas que respiro con la fuerza de un remolino andante enfermando a quien ose subir los cerros de la selva metalizada.
Gestos oscuros cruzando las palabras silenciosas me dan un si, un quedate a mi lado, un no me dejes nunca más, no te vayas esta noche, y tanta mierda de nostalgia efímera que me golpea en la sien como cuando tomo café con tres cucharadas de azúcar y 10 c.c de agua congelada con un platillo y a su lado un clavel rojo con pétalos blancos como paisaje de campo o playa modernica.
Mientras las púpilas se dilatan y no me dejan ver la noche, obstáculos que nunca entenderé, mientras yo abrazo con fuerza en mi pecho lo que me queda de un sentimiento seco sin sueños, mientras yo estoy aquí, mis pies están por allá, mi cráneo por acá y el sueño vuela y sueña a imaginar.
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